miércoles, 15 de enero de 2020

Qué ganas de que aparecieras en el umbral de la puerta chascón vestido con algo que podría llamarse pijama (no estoy segura) y desayunar juntxs, conversar horas derretidos entre el sillón y la hamaca, convertir la ida al super en una verdadera hazaña, o volver a pillarte haciendo un concierto de cumbia sin espectadores con micrófono en mano y la tele prendida a todo chancho.
Estaba tan molesta contigo y ahora solo quisiera volver un ratito a esa cotidianidad.

Agradezco todo ese tiempo de convivir y acompañarnos en estos años que justo estuvieron difíciles, y compartir el deprimirse u odiar el mundo (afortunadamente el sentir nunca era del todo simultáneo), y que de alguna manera nuestros deseos y convicciones así como la alegría y la risa lograran prevalecer. Debo decir que aunque a veces me exasperaras y me pusiera charizard como deciai tú, siempre me alegraba de verte y terminaba riéndome igual. Quizá por eso, por ser tan simpático y por quererte tanto, me era a veces tan difícil decirte lo que me molestaba o dolía (y porque puta que te sacabai los pillos oh). Creo que ambos conocimos un poco de la oscuridad o la parte fea del/la otrx, y pienso que la profundidad de la amistad reside en eso, en querernos en toda nuestra complejidad y asumir el desafío de crecer y transformarse.

Aún no puedo asimilar que no hayamos vuelto a hablar y que ya simplemente no sea posible. Pero algo me dice que lo esencial tú y yo lo tenemos claro. Creo que no soy muy buena para manifestar mi afecto, pero obvio que sabías que te adoraba y que eras como una especie de hermano para mí, un amiguito del alma, un cómplice de estupideces. Estoy segura que solo era cosa de tiempo para que dejáramos nuestros egos de lado un rato y cagarnos de la risa juntxs una vez más. Y es que puta que la vendiste pero puta que me comunico nivel dinosaurio también.

Soy tan poco espiritual amigo que me cuesta encontrar respuestas, creo que sólo tengo deseos. Y esto es lo que va para ti: deseo que transmutes en un buey (navegante) o tal vez un árbol nativo grande y robusto, o quizá, algo que yo ni siquiera sea capaz de imaginar.

Pucha que me cuesta resignarme a que no habrán más cervezas juntxs, ni warni warni, ni copuchas, ni conversaciones místicas, y que nunca te acompañé a esos carretes tech que ibai los días (y en los horarios) más insólitos. Ahora tendremos que hacer un buen carrete para despedir a tu ser dicharachero, alegre, vividor, testarudo, místico, etc, etc.

Gracias por traer ese pedacito de sur y rusiedad a mi vida.
Ahora me toca a mí buscar el olor de la tierra mojada.