sábado, 30 de junio de 2007
no se-a-burra
Estimados no-lectores, me encuentro sentada en la habitación del medio, del 107, del piso 10. Debido a que no me preocupé mucho de hacer mi maleta por quedarme viendo una película... olvidé bastantes cosas, entre ellas: mi plano. Y es que cuando me di cuenta que no lo traía me enojé conmigo misma, ¿cómo iba a lograr dormir sin mi plano? Curiosamente, no fue tan malo. Desperté unas cuantas veces en la noche, debido a la extraña respiración del Luciano y a las tiezas sábanas que se habían corrido dejándome muriendo de frío. Pero, a pesar de todo, cuando desperté sentí que había dormido excelentemente. En la mañana podía sentir que cerca escuchaban Guns n' roses, pero aquello no representaba mi máximo entretenimiento (no porque no me agrade. sino porque para escuchar tendría que haberme quedado todo el día en el baño... gran panorama). Así que, digamos que vagué bastante sin saber qué hacer. Tomé la cámara, y creo que al fin comienzo a entender un poco cómo funciona (con ayuda, mi hermano descubrió cómo tomar fotos). Decidí que odio el flash, pero lo odio desde hace bastante. Me puse los audífonos y salí al balcón. Desde acá los autos se ven como de juguete. No sé por qué ya no me parece tan entusiasmante la llegada a Santiago. Talvez porque ahora tomamos otro camino. Escucho Into the lights de Siouxsie and the Banshees (me gusta esta canción) mientras me pregunto por qué mi redacción cada vez es peor. No me sorprendería demasiado si es que no me hubiera ido excelente en la guía (pseudo-prueba) de psu de lenguaje. Es que siempre tiendo a pensar que todo lo que puede obviarse debe ir entre comas. Mentira. Opino que me resulta un tanto incómodo este mouse. Opino que tengo una sensación desagradable. Es que esta pantalla es quizá muy grande. Y es que me desagrada que la gente entre y salga. Yo no creo que a alguien le importe esto. Es sencillamente irrelevante. Pero da lo mismo, porque incluso llega a ser entretenido escribir cosas así. Suena "Night Shift" mientras pienso en el concepto de "ser extraño". Nunca me he sentido una persona extraña. Nunca me he sentido una persona diferente. Más allá de lo que puedan decirme. "Eres rara, las demás no son como tú, tampoco se visten como tú". Mi hermano se ríe porque lo leyó, dice que estoy loca. Señor, yo no estoy loca. Han sido años de especialización, en los que aprendí a entretenerme haciendo sonidos como pájaro, gritando agudamente, etc. Se ríe más. Yo no soy rara. Soy normalísima, talvez ociosa... pero aburrida. Nunca me he sentido alguien realmente especial (pero sí ezzzpezial).
viernes, 29 de junio de 2007
wait
Ella me recuerda a todo lo bonito de ese tiempo. Me recuerda los juegos y las veces que quise soñar. Me recuerda las mañanas sentada en la ventana, las tardes en la hamaca, los días en que nos metíamos al riachuelo y jugabamos a que nos llevara la corriente. Me recuerda múltiples risotadas y, por ende, dolores de guata. Me recuerda las noches inventando historias, pensando en nuestro futuro (más que nada amoroso), imaginandonos con personas extraídas de libros y dibujos. Me recuerda los rayitos de sol en la piscina... jugando con amigos imaginarios, empujándonos, pegándonos. Me recuerda noches y tardes llorando juntas, contándonos todas esas cosas que nos pasaron, aquellos que se fueron, que extrañamos. Me recuerda que yo no me sentía sola. Sólo me sentía cansada. Y es que de a poquito las cosas fueron desapareciendo. De a poquito me hice tan intolerante que no fui capaz de seguir a su lado. No la culpo por nada. Y es que la extraño, pero no extraño todas esas palabras desmotivantes que alguna vez me dijo y que aún me dice. Y es que sigo pensando lo mismo sobre las prioridades... es sólo que... no puedo. No puedo hacer nada más que necesitar y extrañar. No puedo regresar a vidas únicamente buscando apoyo.
miércoles, 27 de junio de 2007
nueve de mayo

Y tan rápido recordé que siempre estuve en lo correcto, y que siempre estuve equivocada. Tan fácil podía ser borrada y arrugada, como una hoja de papel. Cómo duele el olvido. Cómo duele no recordar nada. Ojalá se me trancaran todas las palabras, se atravesaran, se rompieran... y con agujeritos y retorciéndose, formaran unas nuevas... unas bonitas, unas que cuando mire el cielo me digan que puedo ser feliz. Oye, si no es tan díficil: "Tu vida es perfecta". Tan perfecta como es el shock después de una noticia. Tan perfecta como lo es darse mil vueltas en la cama. Despertar. Caer. Mentir. "Me dijo que tuvo un sueño, y que no se acordaba qué era". Ah... yo creo que sí hay mentiras blancas. Son esas que te dicen cuando no estás preparado para conocer la verdad. Cuando la verdad ni siquiera alcanza a ser fea. Ah qué ganas de odiar las verdades. Qué ganas de guardar el odio en un frasquito lleno de gas, meter un fósforo encendido, y que todo combustione. Qué ardan los sentidos. Como una herida con alcohol. Con alcohol de verdad, no de ése que no duele nada. Con alcohol, con limón. Y que arda, matándolo todo. Todo, todo, todo. Todo lo que creí, todo lo que fue cierto. Sí, cierto. No esas verdades en las que creo, esas que se oponen a ellas: las que son ciertas. Qué rápido se van las ilusiones y los ideales. Se desinflan como los globitos. Ah... yo no sé si quiero estar anestesiada. "Es un mecanismo que tiene tu cerebro para que no te vuelvas loca". Loca, loca, loca. Loca era mi palabra favorita. Yo quería que delirara cada fragmento de mis letras... cada hueso, cada tejido. Quería que abril tuviera novescientos días. Quería que el otoño me visitara más seguido. No sé, no tengo idea cuándo sucedió. Quizá aún no ha sucedido. No lo sé. No sé por qué me asustan los sonidos. Una reja que se abre. Una llave que llega a la puerta. Se abre. Pasos. Y entonces me dice todo... que me estoy quedando sola. Que si algún día me quedo totalmente sola todos ya sabrían de quién es la culpa: mía.
Qué ganas tuve de reanimarlo todo. De hacer múltiples llamadas. De reír. Reír como reía antes. Hasta las palabras parecen carecer de sentido. Las escuchas y te suenan a cualquier cosa... a ladridos, al sonido que hace el refrigerador, a las teclas que se oprimen y suprimen, y se van y regresan.
Como cuando tiemblo. Cuando tiemblo de felicidad. Cuando tiemblo de pena. Con el teléfono en la mano. Cuando me tiembla la voz. Cuando me tiemblan las piernas. Cuando me tiemblan las manos. Cuando tiemblo de miedo. Cuando mi puerta tiembla. Por el aire, por el viento. Cuando me da el viento en la cara y me tiemblan las mejillas, y mis pestañas se mojan. Y con los deditos fríos... te toco el pelito... y qué dulces parecen ser las cosas. Y qué amargas son algunas en realidad.
lunes, 25 de junio de 2007
blah blah blah

Estimados no-lectores, había escrito que iba a probar con esto y hasta ahora no sucedió nada. Pero, debido a las influencias, me he entusiasmado. Al igual que como hice en casi todos mis diarios de vida, comenzaré presentándome (aunque ésto puede resultar ser como un diario de vida o no). Mi nombre es Fernanda Carvajal y soy una monocólica que se las da de melancólica. Vivo en la ciudad de edificios bajos que puede ser recorrida caminando. Duermo en un botecito en las violentas - y a la vez tranquilas- aguas de pececitos rojos, allá donde el cielo es lila. ¿Quiere saber cómo soy? Soy una persona tímida, reservada, con complejo de ardilla, de risa estúpida, neurótica e histérica. A veces, perfeccionista, obsesiva, egoísta y posesiva. Tengo quince añitos, durante los cuales no he sido capaz de quererme a mí misma. Me gusta sonreír y abrazar. Me gustan las mañanas soleadas y las tardes nubladas. Me gusta recostarme en mi botecito cuando hace frío, con las pantis rozando las sábanas. Sí, mi botecito tiene sábanas, y son blancas. También tiene un cubrebote morado, tres cojines y dos almohadas (¿qué a caso espera que apoye mi cabeza sobre una tabla?). Me gusta cómo entra la luz a través de las cortinas. Me gusta acostarme en el pastito a mirar las nubes con sus diveras formas. Me gustan las brisas otoñales que me llegan a la cara y a los brazos, dándome la sensación de estar volando. Me gustan las hojas secas, y mirar los árboles. Me gusta la alameda de Linares. Me gusta la lluvia y el olor a tierra mojada. No me gusta cuando las personas en la calle no sonríen (todos se ven tan amargados). No me gusta tener las manos calentitas. No me gusto yo.
Soy de estatura promedio, entre 1.60 y 1.62. Tengo unos ojos café oscuro, pequeñitos y con pestañas cortas y crespas. Tengo una nariz bastante fea si me miras de perfil, no es que sea monstruosa... pero es lo que hay :). Tengo manos de empanada, como las de mi abuelito. Mi hermana dicen que son grandes, pero según otros son mínimas. Tengo una sonrisa muy poco equilibrada (cuando sonrío con la boca cerrada me deformo entera, pero es piola igual). Tengo unas orejas bien ocultas tras mi pelo. Tengo cabello corto y de un color inexacto debido a decoloraciones y diversas tinturas. Solía tenerlo largo y castaño claro hacia las puntas. Tenía unos rizos que comenzaban con ondulaciones a la altura de las orejas. Actualmente es castaño oscuro (casi negro), adelante me llega un poco más abajo de la clavícula, y atrás un poco más abajo de la nuca... aún tengo rulos, pero no tanto. Tengo unas piernas que cuando las veo reflejadas en las puertas del mall, me parecen flaquísimas... pero mi mamá dice que son gruesas. Soy huesuda y angulosa. Y todo ésto y lo demás es bastante relativo, subjetivo.
Entre mis objetos más preciados encontramos una cajita de carrusel; dos globos con forma de corazón; un remolino; una cajita musical; diversas fotografías; un mini-mini osito de cuerpo negro y cabeza blanco y negro (parecido a un panda) bastante feo, pero que yo adoro porque me recuerda todas las navidades bonitas; un pequeño monito; una libretita negra con rojo; etc.
Soy una humanoide de uñas rotas y manos rojas, que disfruta los pequeños placeres simples como pisar las hojas camino a casa, mirar como entran los rayos del sol bajo el agua, sumergir la mano en bolsas con granos y comer flores.
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