Sus guantes, sus zapatos, ella y su estúpida forma de pensar, iban caminando por la misma calle, por la misma vereda, en la misma dirección. Ella quería que su forma de pensar se diera media vuelta, doblara una esquina y se perdiera para siempre. para siempre, para siempre, siempre. Entonces al bajar la cabeza se encontraría una nueva, una tecnicolor, que cambia con la luz del sol, una bonita. Así, talvez, sería feliz. sería feliz, sería feliz, feliz.
Sacó una lista de su bolsillo y la leyó atentamente, hasta llegar a un conjunto de letras escritas con énfasis. Allí estaba lo que quería saber. - Sucede cuando escucha mucho a los muebles, porque las personas parecen ser deslenguadas. - Y le preguntó al viento, pero él nunca respondió. Quizá porque no sabía, quizá porque no quería recordarlo, quizá porque ella ya había perdido mucho tiempo sacándose pestañas para pedir deseos, esos deseos que nunca llegaban, o llegaban muy tarde. Entonces casi hablando en suspiros decidió que no valía la pena caminar descalza si era sobre cemento. Con un buen humor parafernálico, post sueño dormitado, dijo que no quería gato por liebre. Decidió que ya era tiempo de regresar. Ya había anochecido, y caminando a ciegas tropezaba con los corazones. Ya no le importaba la cuenta regresiva. Le ardían las mejillas, pues siempre había sido alérgica a sus lágrimas. Pero ella no lloraba por egoísmo, lloraba por no saber expresarse. Tiempo atrás, tenía mosaicos de amores de todos los colores, de todos los sabores. Extenuada ya de tanto caminar se recostó junto a un árbol. Esperando que el día llegase, esperando que su cama llegase sola a buscarla. Ya no quería estar en una exposición de fotografías, no quería estar en la enorme sala color celeste pálido. Palidecer. No, esta vez no quería comenzar con el pie izquierdo. Tic-tac. Tic-tac. Entonces escuchó las doce campanadas. ¿Qué estoy haciendo?- se preguntó. Habiendo dejado sus zapatos kilómetros atrás, corrió entre las piedras rasgando sus dedos. Diez, nueve. No importaba. Ocho, siete, seis. No importaba. Cinco, cuatro. Presiento que no importaba nada más. Tres, dos, uno. Escalera al mar.
4 comentarios:
No está hecho para que se entienda,y no lo entenderé por eso jajaja ...
Escribes muy bien, sea lo que sea.
Tienes talento para eso...
Me duele la cabeza...
Cuidate, chau!
ñe borra el de arriba xD
error de teclado
xD
Creo que el rumbo debe cambiar
y dejar que todo lo malo quede en una dirección en que no puedas llegar
oh bajo llave como en locked away de The Gathering
Comparto el post de arriba, escribes muy bien
Saludos señorita morada
Au Revoir
me emocioné con lo de señorita morada =')
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