salí a leer un capítulo al balcón, uno de los cortitos. quería tomar un poco de aire y tener un poco de frío. miré el poste de luz que suele apagarse cuando estoy llorando. en realidad sólo han sido coincidencias, pero me gusta pensar que lo hace para darme tranquilidad. un rato después volví a salir. me apoyé en la balaustrada con el abdomen, levantando los pies y dejando la cabeza hacia abajo, como cuando era pequeñita pequeñita y jugaba en las barras del colegio alemán. recuerdo que me salían ampollas en las manos, pero era divertido darme vueltas. incluso me las daba hacia atrás.
estoy cansada, pero a veces estoy feliz. es más, hoy me encontré definiendo felicidad pero las palabras se esfumaron, evanescieron. ya no recuerdo nada.
y no recuerdo nada de nada. a veces me sorprende lo mucho que no recuerdo.
lo impreciso, lo improbable.
con círculos cerrados siempre me he referido a órbitas aisladas. supongo que lo saben, ¿verdad?
ya se me acabaron las historias, y el escribir termina siendo casi forzoso. es que en serio, mis estimados no-lectores, mi pena, mi burda pena, mi absurda pena, es más atractiva que cualquier felicidad que me ofrezcan. y es que es tan mía y tan ajena a la vez. y sin ella parezco tan vacía. pero hoy no quiero hablar de mí, y quisiera no volver a hablar más de mí. me gustaría hablar de lo linda que es mi hermana, de lo lindas que son la lita, la sepu, la vale y la xavy, te hacen pensar - al menos por un instante - que realmente no somos círculos cerrados. y cómo me gustaría que no lo fuéramos! quizás así la vida sería más entretenida, quizás así la vida no sería tan corriente, corriente, corriente... y corriente al fin.
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