lunes, 27 de junio de 2011

cuando sonríes veo un lucero en el desierto y un gesto que llena el hueco del corazón.

te quedas dormido junto a mí y yo inquieta miro la noche entre las cortinas y esta habitación azulada, las luces anaranjadas y unos cuantos autos en movimiento por las calles en las que a veces camino contigo, o contigo en mi mente. eres un cuerpo muerto sobre el cubrecama café. siempre eres un cuerpo muerto junto a la luz verde que está en la pared, y yo quiero escarbar entre tu piel y tu pelo. a ver si encuentro algo en ti. pero no veo nada. y entonces escarbo en mí. y me voy arrancado órgano por órgano, los arrojo sobre las sábanas para que los mires. primero te entrego mis pulmones, que hace rato que tienen un ritmo azaroso. después te entrego mi estómago que se llena de galletas, manjar y café que cuando se desliza por mi laringe suelo sentir que sería bonito compartir los días fríos contigo. te entrego mi intestino y mi útero, mi hígado, mi vaso, hasta mi inútil apéndice. me extirpo el corazón carnoso y latente. pero tú no despiertas. la entrega se hace invisible. entonces me reincorporo y deslizo mi pierna desnuda sobre tu pierna desnuda y cierro los ojos y acerco mi nariz a tu nariz. siento tu perfume con el que me voy por las mañanas y me recorre un escalofrío, como el que siento cuando me tocas. eso somos nosotros, un escalofrío, un hombre muerto en la cama y una muchacha destripada. eso somos nosotros, una penumbra y unas mañanas escritas para decir "chao, nos vemos". pero nunca sabemos si nos vamos a volver a ver. y yo con la incertidumbre me vuelvo loca, y me obsesiono, y me destripo, y más aún sabiendo que ya no sé qué es el amor y que tú no tienes idea de amar, porque eres una roca. es fácil culparte a ti, pero puede ser que sencillamente una roca y una muchacha destripada no armen un buen conjunto. puedes ser que yo no sé como reaccionar ante a una roca o ante lo ambiguo. te quedaste entre mis dedos, una piedrita que llevo conmigo hacia donde me habría gustado ir contigo, me habría gustado que fueras quien yo quería que fueras, y yo lograr ser más que una pasajera en tu alojamiento. hace rato que llegó el día de continuar con mi viaje, pero me ha dado por quedarme sentada en una banca de la plaza. no quiero cargar con mi mochila y me da miedo decidir a dónde voy, porque no tengo idea. para ti decidí un destino: enamórate. nunca de mí. nosotros nunca.

2 comentarios:

El Mameluco dijo...

Me gusta mucho (el texto
y el modo de sentir)

Amavasya dijo...

tus escritos siempre me producen una extraña incertidumbre... como una lejana, pasada y polvorienta manera de amar, que de todos modos es mejor mirar de lejitos, porque en cualquier momento se puede despertar (para morder).