lunes, 23 de noviembre de 2020

Tengo una pena honda.

A veces,

yo misma la miro y le pregunto

¿cómo fue que te cavaste tan honda?

Y la trato de tonta,

por haberse esforzado más de la cuenta.

¡No era para tanto!

Y sin embargo, el hoyo ya está hecho.

¿Cómo mierda lo lleno ahora?

Y miro al costado,

donde tiró todos los recuerdos

a un montoncito donde se ven como una masa amorfa,

pegajosa y oscura;

donde no es posible separar un recuerdo de otro, 

porque todas sus partes están repartidas

y las partes bonitas de uno

se mancharon con las partes feas de otro.

¿Cómo mierda entonces puedo llenar el hoyo?

Si intento meter esta masa amorfa

de vuelta al hoyo

ni siquiera cabría dentro.

Tengo que sumergirme en la masa

para separar lo bonito de lo feo

y meterlo de vuelta,

¿Puedo deshacerme de lo que no me gusta?

Parece que no,

se quedaría ahí

dando vueltas.

¿Es que a caso tengo que separar

y ordenarlo todo?


Siempre fui tan mala ordenando.


¡Pena tonta! 

-bah, qué tonta, ¡pena culiá!



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