todos teníamos el mismo nombre. todos caminabamos con escuetos pasos y adusta mirada. todos estábamos hechos de papel. de un papel amarillento y trémulo a la llegada del viento. éramos individuos inermes, indefensos ante el ultraje de aquellos estrábicos y desgarbados parásitos. vivíamos ateridos en las alturas, absortos en nuestra propia perfidia, pues todos cumplíamos la misma sentencia. la misma prístina sentencia dictada millones de años atrás, cuando sólo éramos parte de la melaza, cuando aún quedaba algún rastro del azúcar circulando en nuestras venas.
3 comentarios:
No entiendo... tu vocabulario es demasiado elevado =(
es que no lo continué
lo hace a propósito para que sus no-lectores aparte de no leerles, no le entiendan :P saludines feñitz
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