miércoles, 31 de julio de 2013

me quedé con tu cepillo de dientes en el baño, tu pijama en mi cajón, el cereal que compré para ti en la cocina.
pero sobretodo me quedé con imágenes, sonidos, con el recuerdo de olores y tu piel al tacto. me quedé con un calorcito que duele un poco en el pecho, pero que también me acaricia el cuello y las mejillas.


siempre creí que al salir de la escuela íbamos a ser el mejor dúo, una pareja que trabaja juntos y que se complementa perfecto. pensé que íbamos a estar enamorados hasta las patas como quinceañeros incluso a los cuarenta, cincuenta, sesenta.
me imaginé la cotidianeidad contigo. tú en el computador o tocando guitarra, yo creyéndome artesana o acompañándote cantando. pensaba mucho cómo sería vivir juntos... y lo pintaba de la manera ideal. pero en lo concreto, no habría sido tan perfecto. probablemente tú no habrías querido cocinar, y habríamos tenido problemas porque comemos cosas distintas. quizá te habría estresado mi desorden. probablemente habría estado feliz con la cotidianeidad por un rato, pero después habría querido hacer cosas distintas en las que tú no me acompañarías (y está bien, ¿por qué tengo que juzgarte por eso?) y eso me frustraría. tú habrías querido estar tranquilo en la casa, y yo habría querido viajar. tú habrías querido que yo tocase el piano, pero yo tengo un bloqueo y un dolor muy grande por esa zona. uno sueña algo y espera que el otro lo comparta, pero a veces no es así: el otro no es una copia de uno, de ahí que es algo tan bonito. pero es un arma de doble filo cuando acaba distanciando a dos seres.
supongo que no me importaba todo eso, con tal de poder tocarte la guatita y sentirte el cuello con la punta de la nariz al momento de dormir. porque creo que no hay sensación más maravillosa que ésa. 
porque eres tú. porque somos nosotros. porque tenemos el mismo lenguaje. y es como si nos combináramos cuando nuestras pieles se tocan.

como diría Artaud, no está demostrado que no exista un lenguaje superior al de las palabras.
 

bastaría que tú y yo nos mirásemos a los ojos.

como hoy. 

desde el umbral de la puerta ya lo sabía.
me bastó mirarte para saber que ese futuro no es nuestro presente, 


y el presente es lo único que tenemos.

adiós, pajarito.
te amo

como una loca.

(había sido tan optimista que cuando iba en camino me iba poniendo cada vez más alegre. incluso llevaba en mi mochila todo para quedarme allá)



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